Isla Margarita, también conocida como la isla de los naufragios, es un lugar donde la historia y el misterio se entrelazan bajo las olas. En esta remota isla de Baja California Sur, los restos de los barcos Colombia e Indiana descansan en las profundidades, custodiados por la fauna marina y rodeados de leyendas. Durante cinco días, un equipo de expertos llevó a cabo una serie de inmersiones con el objetivo de explorar estos pecios y sacar a flote sus historias largamente sumergidas.

El equipo, liderado por arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y expertos internacionales en arqueología subacuática, se embarcó desde La Paz hacia el extremo sur de Isla Margarita. Con el apoyo de la Marina y la guía de Alfredo Martínez, un lanchero local, realizaron múltiples inmersiones en el área de Punta Tosca, un lugar notorio por su peligrosidad debido a las rocas afiladas y las fuertes corrientes.

El SS Indiana, protagonista de una historia menos trágica, ofreció visibilidad directa desde la superficie durante las inmersiones. Este barco, que una vez transportó al presidente Ulysses S. Grant, y sirvió como barco hospital en la Guerra Hispanoamericana, encontró su inesperado descanso en aguas poco profundas. El equipo utilizó drones para mapear el sitio, y las claras aguas permitieron una visión detallada de las calderas y la estructura del navío.

Por otro lado, el flamante Colombia, un lujoso crucero de pasajeros, ofreció un escenario más disperso y desafiante. Después de haber sobrevivido a múltiples contratiempos a lo largo de su historia, incluyendo un motín y un encallamiento previo, el Colombia terminó su viaje en 1931, cuando se estrelló contra las rocas de Punta Tosca durante un fuerte vendaval. A bordo se encontraban 234 personas, incluyendo 64 exiliados chinos que huían de persecuciones en Sonora y Sinaloa, cargados de oro y esperanzas.

Las inmersiones en el sitio del Colombia revelaron restos esparcidos por el fondo marino, incluyendo anclas, maquinaria y numerosos objetos personales que narran historias de lujo y tragedia. Entre las curiosidades encontradas, destacaron las cucharas que alguna vez sirvieron en lujosas comidas y fragmentos de cerámica que adornaron los camarotes del barco.

Este proyecto no solo proporcionó valiosa información sobre los naufragios y su contexto histórico, sino que también destacó la importancia de preservar estos sitios como patrimonio subacuático. Los restos de estos barcos no son simplemente reliquias; son cápsulas del tiempo que cuentan historias de aventuras, tragedias y encuentros culturales en las aguas de la península de Baja California.