Descubre la historia y las propiedades del ave más emblemática de América

El guajolote, conocido científicamente como Meleagris, es una ave que ostenta un papel significativo tanto en la historia cultural como en la dieta de la región norteamericana, especialmente en México. Su domesticación, atribuida a las antiguas culturas del centro de México hace más de 2000 años, marca el inicio de su importante legado. La palabra «guajolote» deriva del náhuatl huexólotl, que se traduce como «gran ave monstruosa», término que en su origen no tenía la connotación negativa que hoy podríamos interpretar, sino que aludía a lo extraordinario y divino.

El guajolote, también conocido bajo diversos nombres como pípila, pavo, y totol, ha sido objeto de veneración y uso en diversas prácticas culturales y rituales en México. Expertos como Luis F. Cariño identifican dos tipos principales de esta ave en México: el guajolote silvestre (Meleagris gallopavo) y el ocelado (Agriocharis ocellata), distribuyéndose a lo largo del territorio desde Canadá hasta el sur de México.

El valor cultural del guajolote en las comunidades originarias de México sigue vigente. Investigaciones destacan su importancia en rituales y creencias, como en el municipio de Venustiano Carranza en Chiapas, donde se lleva a cabo un rito tzotzil que involucra a esta ave, o en la Alcaldía de Milpa Alta, en la Ciudad de México, donde se le asocia con el nahualismo.

La inclusión del guajolote en las celebraciones de Navidad y el Día de Acción de Gracias tiene sus raíces en la época prehispánica, donde era consumido en festividades importantes, y en la Colonia, donde adquirió el nombre de «pavo» por su similitud con el pavo real asiático. Este uso se extendió por el continente americano, convirtiéndose en un platillo esencial en diversas celebraciones.

Además de su rica historia cultural, el guajolote es apreciado por sus propiedades nutritivas. A pesar de la dificultad para encontrarlo en estado salvaje debido a la destrucción de su hábitat y la caza excesiva, su carne es valorada por ser baja en calorías y rica en proteínas, minerales como calcio, yodo, fósforo, magnesio, potasio, y vitaminas B1, B3, B5, y B6.