Un estudio revela cómo el aumento del uso de pantallas y la reducción del tiempo al aire libre durante la pandemia han afectado la salud ocular de los niños

La pandemia de COVID-19 ha dejado huellas indelebles en muchos aspectos de nuestra vida, pero uno que ha recibido menos atención es su impacto en la salud ocular de los niños. Un fenómeno preocupante ha sido el incremento significativo en los casos de miopía entre los más jóvenes, exacerbado por los largos períodos de confinamiento.

Durante el confinamiento, la rutina diaria de millones de niños alrededor del mundo se vio drásticamente alterada. Las escuelas cerraron sus puertas y las habitaciones se transformaron en aulas improvisadas, donde las pantallas de dispositivos se convirtieron en la principal herramienta de aprendizaje y entretenimiento. Este cambio en el estilo de vida, según estudios recientes en América, Europa y Asia, ha provocado que los ojos de muchos niños se adapten de manera preocupante a un enfoque más cercano, dejando la visión lejana en un segundo plano.

En Argentina, por ejemplo, un estudio mostró que la tasa de progresión de la miopía durante los meses de confinamiento fue más rápida que en años anteriores. Similarmente, en Hong Kong, la incidencia de miopía patológica en niños de tan solo seis años casi se duplicó en comparación con los niveles pre-pandémicos. Este aumento en la miopía no solo afecta la capacidad de ver a distancia, sino que también puede conducir a problemas de salud ocular a largo plazo, como desprendimiento de retina y degeneración macular, que pueden resultar en pérdida visual severa e incluso ceguera.

Ante esta situación alarmante, expertos en oftalmología infantil están recomendando medidas proactivas para contrarrestar el avance de la miopía. Según el Dr. Leonardo Fernández Irigaray, vicepresidente de la Sociedad Argentina de Oftalmología Infantil, una de las soluciones más efectivas es incrementar el tiempo que los niños pasan al aire libre. «Las niñas y los niños deben estar al menos dos horas por día al aire libre o 14 horas por semana,» sugiere el Dr. Fernández Irigaray, destacando que la luz natural y la visión a larga distancia son esenciales para el desarrollo ocular saludable.

Además, en el ámbito escolar y en casa, se están proponiendo cambios como aumentar la luminosidad en las aulas y ajustar la distancia y el tiempo de exposición a las pantallas. La regla 20/20/20, que recomienda tomar un descanso visual de 20 segundos cada 20 minutos y mirar a una distancia de 20 pies, se está volviendo un estándar recomendado para prevenir el deterioro ocular.

En términos de intervenciones innovadoras, estudios en China y Taiwán han demostrado que adaptaciones como incrementar la luz artificial en las aulas y utilizar dispositivos que emiten luz específica pueden reducir significativamente la incidencia de miopía. Además, el uso controlado de atropina y dispositivos de desenfoque periférico bajo supervisión médica está siendo evaluado como una posible solución a largo plazo.

Con la miopía en aumento y el regreso incierto a una normalidad pre-pandémica, es crucial que padres, educadores y profesionales de la salud continúen adaptándose y buscando soluciones para proteger la salud ocular de las futuras generaciones.