Un estudio pionero revela que el núcleo lunar es sólido, abriendo nuevas perspectivas sobre la historia geológica y magnética de nuestro satélite

La estructura interna de la Luna, esa eterna compañera de la Tierra, ha sido durante mucho tiempo un enigma para los científicos. Sin embargo, un reciente descubrimiento ha arrojado luz sobre este misterio, gracias al trabajo conjunto de varios institutos y universidades francesas. Según sus hallazgos, el núcleo de la Luna es sólido, una revelación que no solo nos dice más sobre la Luna misma, sino que también tiene implicaciones más amplias para la comprensión de otros cuerpos celestes.

El estudio, publicado bajo el título «El núcleo interno sólido lunar y el manto se vuelcan», describe cómo el núcleo interno sólido de la Luna contribuye a nuestro entendimiento de los procesos geológicos y evolutivos del satélite. Este conocimiento es crucial, pues sugiere que la Luna ha experimentado etapas de enfriamiento y solidificación similares a las de la Tierra, lo que en algún momento pudo haber dado lugar a un campo magnético propio.

Esta teoría es significativa porque los campos magnéticos juegan un papel esencial en la protección de la atmósfera de un planeta contra el viento solar, además de ser fundamentales para el desarrollo de la vida tal como la conocemos. La presencia histórica de un campo magnético en la Luna abre nuevas vías de investigación sobre cómo y cuándo los cuerpos celestes pueden volverse habitables o al menos protectores de la vida.

Otro aspecto intrigante del estudio es el fenómeno denominado «inversión del manto lunar». Este proceso implica que los materiales más densos se hunden hacia el centro del satélite, mientras que los menos densos ascienden a la superficie. Este mecanismo explica la presencia de altas concentraciones de hierro en la superficie lunar, que habrían emergido del núcleo a través de millones de años de actividad geológica interna.

La inversión del manto, impulsada por inestabilidades gravitacionales, también podría haber influido en la temperatura general de la Luna, alterando su geología y, por extensión, afectando las teorías sobre la formación y evolución de la Tierra y del sistema solar en su conjunto.

Este estudio no solo enriquece nuestro conocimiento sobre la Luna, sino que también fortalece la base para futuras investigaciones en la búsqueda de exoplanetas que puedan ser habitables. Comprender la formación y evolución de campos magnéticos en planetas rocosos es crucial para evaluar la habitabilidad potencial y la protección atmosférica en otros mundos.

En resumen, este descubrimiento no solo resuelve preguntas de larga data sobre nuestra compañera celestial, sino que también nos ayuda a entender mejor nuestro propio planeta y a especular sobre las condiciones necesarias para la vida más allá de la Tierra.